Abuelo se gradúa del bachillerato a los 87 años: ‘No he sido un gran estudiante, pero he sido muy feliz en la escuela’

El hombre dedicó toda una década a completar sus estudios a distancia.

A la corta edad de 14 años, Luis Martín Montejo tuvo que abandonar la escuela debido a las consecuencias de la posguerra española. Comenzó a trabajar muy duro hasta que en 1990 se jubiló; entonces decidió retomar sus estudios.

Montejo tuvo que comenzar desde cero, con un nivel equivalente a la primaria, luego la secundaria y finalmente, a sus 87 años, logró obtener el Titulo de bachiller en el Instituto Vasco de Educación a Distancia de Bilbao (IVED). Sus profesores lo ha definido como un «alumno ejemplar»; sin embargo, ante este gran halago, Luis se mantiene humilde pues asegura que no fue el mejor.

«No he sido un gran estudiante, pero he sido muy feliz en la escuela», aseguró.

Y aunque es un amante de la educación, este hombre no tiene planes de asistir a la universidad pues considera que «son palabras mayores». Aún así no se da por vencido en el área educativa pues tiene la intención de escribir sobre salud e incluso promete inventar un prototipo de generador de energía infinita.

Xabier Valle, director del IVED dijo que Luis era «un modelo de superación personal y un ejemplo de éxito de la ley de 2013 de aprendizaje a lo largo de la vida«. Quienes convivieron con Luis durante los 10 años que pasó en el instituto destacan su esfuerzo, constancia y dedicación; pero sobre todo, su ánimo por seguir estudiando y no darse por vencido. De hecho, la escuela planea rendirle un pequeño homenaje de despedida con una ceremonia y un almuerzo, así lo aseguró Valle.

A pesar de que las clases podían ser tomadas en línea, Montejo prefería asistir al instituto para tomar sesiones presenciales. Tardaba poco más de una hora en ir de su casa en Sodupe hasta la escuela en la capital vizcaína, que se encuentra a 17 kilómetros de distancia. Pero este largo trayecto jamás fue impedimento para que el hombre tomara sus clases.

«Yo quería el contacto directo con el profesor para consultarle las dudas que me surgían cuando estudiaba en casa. Solía venir a clase de ocho a nueve de la tarde-noche, después de cuidar a mis tres nietos. Me han tratado muy bien» mencionó.

Luis quedó huérfano de padre a los 5 años y para cuando cumplió 14 se vio obligado a abandonar la escuela pues en la casa de sus abuelos maternos, con quienes vivía, la situación era crítica. Así que tuvo que trabajar para ayudar con los gastos del hogar. Su primer empleo fue en un caserío, dos años después ingresó a Astilleros de Cadagua con el puesto de pinche, pintando barcos. Luego tuvo un ascenso a ayudante de oficina donde ejerció durante 25 años como delineante.

«Aprendí sobre la marcha y conseguí hacer cosas innovadoras», dijo Luis.

En 1990, cuando el hombre tenía 55 años se jubiló. No pasó mucho tiempo para que se inscribiera en un centro de Santutxu donde realizó los estudios de primaria en dos años. Luego puso una huerta y decidió ser el encargado de administrar la comunidad de vecinos cuando instalaron un ascensor; en ese momento, Luis se dio cuenta que su memoria estaba fallando. «Entonces me apunté en Zalla en un curso de recuperación de la memoria y aproveché para sacar la ESO en Sodupe«.

Este fue el impulso que necesitaba pues en 2011 se animó a matricularse en el IVED. Realizó estos estudios principalmente de forma presencial debido a que no se llevaba tan bien con las nuevas tecnologías. Tomaba dos o tres asignaturas en cada curso y así poco a poco fue completando la currícula; además, estudió a la par euskera, llegando hasta el nivel B1.

Luis recuerda que matemáticas era la asignatura más difícil para él, es por eso que preparó unos apuntes para sus nietos. Él espera que sus notas ayuden a sus nietos a aprender más fácilmente esa materia.

Sin duda, la historia de Luis es inspiradora y un claro ejemplo de que nunca es tarde para aprender.


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