La amante no es quien recibe las migajas de amor, es la esposa
Se dice que una amante es quien recibe las migajas de amor de ese hombre infiel, pero ¿y la esposa? Ella no está recibiendo un cariño y un respeto en su totalidad
Cuando se habla de la amante, se le recrimina el por qué sigue aceptando estar al lado de alguien que solo le da las migajas de amor, que le regala las sobras de su atención, pero ¿es en realidad ella la que está recogiendo esos desechos de cariño por parte del hombre infiel? Y es que es la esposa quien en verdad está recibiendo los restos de un romance.
La amante es la que según la sociedad, queda peor en este triángulo amoroso, aquella que rompe hogares, la villana de la historia y en defensa se dice que se conforma con las migajas de amor que el tipo casado o con pareja le quiere regalar, pero no es ella quien recibe los sobrantes, es la esposa quien tiene que recoger los desperdicios de afecto.
A menudo se escucha decir que la amante conserva su lugar y se mantiene ahí por complaciente con ese hombre, ya que nunca dice “no” a esas migajas de amor que le da, los residuos que deja la relación que mantiene con su pareja estable, pero ¿y si esto es solo un método de defensa que utiliza la esposa para engañarse a sí misma y seguir pensando que la ama pese a todo?
“Tú como la amante solo recibes y te conformas con las migajas de amor que te da ese hombre”, eso es lo que se escucha decir muy a menudo, pero en este triángulo amoroso, quien en serio está recibiendo las sobras y está anulada de atención, es la esposa o la pareja estable, y esto se dice solo como un método de defensa y para autoengañarse.
Y es que la esposa dice que la amante es quien está recibiendo las migajas, porque ella defiende su título de “la oficial”, a ella la tiene a plena luz, la conocen sus amigos, su familia, tiene la corona, está al frente del hogar, está a su lado, por eso piensa que tiene todo de ese hombre, aunque sea infiel y aunque la esté lastimando, ella siente que tiene las de ganar.
Pero pongamos las cartas sobre la mesa y veamos todo desde una perspectiva diferente, hay que cuestionarse, ¿realmente es la amante la que recibe las migajas de amor?, pues con la tercera en discordia él mismo está eligiendo estar, desea seguir ahí a su lado, seguir viéndola, frecuentándola, buscándola, vivir momentos por muy cortos que estos sean.
Con la esposa se está porque se tiene que estar, porque es obligatorio para el hombre infiel mantener las apariencias, porque ya hay hijos de por medio, porque no quiere destruir lo que ya formó, pero solo sigue las reglas del matrimonio feliz, sin embargo fantasea con que las cosas fueran diferentes, piensa en la amante y busca el tiempo para estar con ella.
Cuando tiene tiempo libre, corre a los brazos de la amante, cuando está con la esposa desearía que en su lugar estuviera “la otra”, se inventa excusas para pasar algunos minutos u horas con la amante, entonces ¿Quién está recibiendo las sobras de atención aquí?, porque la esposa se queda esperándolo de esa junta del trabajo que se alargó demasiado.
La amante es ese lugar seguro de la tormenta, ¿cuál es la tormenta? ese matrimonio que no está funcionando, pero en el que se debe seguir por obligación, por guardar las apariencias, porque ninguno de los dos está dispuesto a ser quien ponga el punto final a esta relación. ¿Quién recibe las migajas de amor y atención entonces?
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